Fue de
noche, en el invierno de La Línea de la Concepción en Cádiz, que me encontré
con tres mujeres asomadas a un balcón sobre un fondo negro.
Más tarde toreros, flamencas y besos castos llenaron La Carbonería en Sevilla de ironía y sarcasmo.
Luego fueron
los gatos, los peces y las meninas con instrumentos musicales en la galería
Haurie de Sevilla.
Yo sabía que
necesitaba una fuga pero aún no era el momento. Las meninas fueron asesinadas
por el propio artista en una exposición en Los Ángeles (USA) con la galerista
G. Aeberhard.
Y a mí me
sirvió para encontrar mi sitio, mi fuga: un lugar de arena, agua, sal y una
piedra azul que me esperan como si no hubiera días.
José Sánchez
Hidalgo
Conti y su continua búsqueda es lo que le hace un artista único
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